lunes, 24 de febrero de 2014

Poesía - La encina en el campo Extremeño



Esta poesía ha sido la ganadora del Primer Premio del Concurso de Poesía de la Asociación de Parkison de Extremadura en el año 2005.


LA ENCINA EN EL CAMPO EXTREMEÑO


Yace solitaria en el campo extremeño,
algunas veces muy sola,
otras, acompañada
de compañías indeseadas.

Es como la vida misma,
tan cruel y tan placentera,
al mismo tiempo tan efímera.

La encina tiene una vida
desde que es un bebé plantita,
hasta que muestra su esplender,
y es alimento
para animales y personas
y despojada de parte de su vida.

Adorno del campo extremeño
y don de vida de nuestra tierra
tan nuestra y tan suya;
Cuando cortan el corcho,
desojan a la encina de una carga
que quisiéramos no tener que llevar
como la naturaleza le obliga.

Sus hojas aunque no son bellas,
tienen el acento regio
de la que aguanta,
por tener un corazón fuerte la savia
y una textura rugosa su vida.
Su hermosura es tal
que los campos extremeños
no merecerían otras cosa.

Fruto de nuestra tierra
tan tierna y tan hostil,
no da su brazo a torcer,
ya vengan vientos o mareas.
Perenne como la misma naturaleza
crece y crece su hermosura
y es tan tozuda
como una criatura,
que se empeña
en que no la muevan.

La encina, prisionera de sí misma
le gustaría ser pájaro
y evadirse.
Preñada de vida
para dar la vida
a aquellos que saborean
el paladar exquisito
que da sus frutos,
no olvidan,
prueban de nuevo.

De crecer lento
Pero austero
¡Qué bella es nuestra encina!
Vida de muchas vidas
y de cada una emana
un infinito.

Los campos se arropan
de multitud de frutos.
Dorado manjar
para el cerdo ibérico
que tiene la cuna
en nuestra región extremeña.

Grandes raíces sujetan
su enorme envergadura,
se aferra a la tierra viva
Dura y fuerte como la vida.
Rosario Solís

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